Un Pueblo Libre
La opresión y su liberación

 




  Había una vez un Pueblo cuyos ciudadanos no se amaban a sí mismos, estaban preocupados, cansados y tristes por tener que trabajar, incluso donde no querían, hasta que eran viejos. Todo ello para poder ganar el maldito “dinero” y así pagar la necesaria comida o vivienda y las innecesarias cosas que no les hacían más felices.

  Además tenían que dar parte de ese dinero a unos señores y señoras que la mayoría de los ciudadanos, engañados con sus falsas promesas, habían elegido como representantes y que decían usarlo para las necesidades del Pueblo; pero casi siempre lo robaban para ellos o para sus amigos. Había habitantes que no tenían suficiente para comprar una casa y tenían que pedir prestado el dinero a los señores y las señoras de los bancos que les exigían más como recompensa por habérselo prestado y que se quedaban con sus casas y los dejaban sin vivienda si no podían devolvérselo. Todos los señores y señoras eran ladrones, delincuentes y criminales con “traje y corbata” que ocupaban el poder, que hacían leyes injustas y que tenían a su servicio, como cómplices, a altos funcionarios, jueces, fiscales y policías corrompidos e injustos que eran sus ayudantes muy bien pagados y protegidos por ellos.


Así los señores y señoras eran cada vez más ricos y poderosos gracias a este Pueblo que trabajaba para ellos hasta agotarse, consumía sus productos incluso insanos, les pedía prestado el dinero devolviéndoselo con creces y pagaban lo que ellos decían. Millones de esclavos sin cadenas; un Pueblo engañado, robado y sometido.
 
  Hartos, cansados y enfermos de tanta opresión, reconociendo que ellos eran los responsables por no amarse a sí mismos, aquel Pueblo empezó a dialogar hasta llegar a acuerdos y decidieron organizarse para dar la espalda a los señores y señoras injustos: Dejaron de protestar porque no servía para nada y empezaron a intercambiar los alimentos y las cosas hasta que no fue necesario el dinero; decidieron no trabajar para ellos y ayudarse mutuamente para construir las casas, educar a sus hijos o atender a los enfermos. Hablaron con otros pueblos y compartieron unidos excluyendo a los que querían aprovecharse de los demás. Nunca más eligieron a representantes que los organizaran y les obligaran a darles dinero. De esa forma se liberaron de la opresión y todos se sintieron mucho más felices siendo por fin un “Pueblo Libre”.
 
 
Enseñanza: ¿No seremos como el Pueblo sometido cuyos habitantes no sabían amarse a sí mismos? Ignoremos a los poderosos, unámonos en grupos (asambleas), sintiéndonos todos iguales, sin representantes (horizontales) y tomando decisiones mediante el diálogo hasta llegar a acuerdos (consenso). Hagámoslo y seremos un Pueblo Libre.

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