Mad Men. el glamour de la publicidad y la miseria del mundo real

Si uno busca en la internet la agencia de publicidad Sterling Cooper http://www.sterlingcooperadagency.com/ se va a encontrar con una portal dorado que da cuenta de una agencia de publicidad en Nueva York, ese es el grado de realismo que le han dado los productores a la serie Mad Men, y por el cual ha obtenido varios premios Emmy.

La serie puede ser vista en Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional y a través de Netflix

Destaca el contexto histórico pues los galanes de raya en el pelo que parecen trazadas con tiralineas y las mujeres, hermosas como maniquies a las que tampoco  se les mueve un pelo, son parte de la generación de niños y niñas que sufrieron la gran depresión de 1929, aunque ahora, el presente en el que se desarrolla la serie, vivan en el Nueva York de 1960.

En este sentido la línea argumental es muy parecida a la de Desayuno en Tiffanys, de Truman Capote, en cuya versión cinematográfica  Audrey Hepburn (Ixelles/Elsene, Bélgica, 4 de mayo de 1929 – Tolochenaz, Suiza, 20 de enero de 1993) es una sureña, madre adolescente de hijos ajenos que sobrevive en Nueva York de los 50 dólares que pide a sus galanes para dar propina en el tocador de damas.

De la misma manera,  aquí el protagonista es literalmente un hijo de prostituta, sobreviviente de la codicia bancaria que despoja de sus cosechas y bienes a los campesinos del sur, y cuya vida parece estar marcada para la pobreza, a no ser por una circunstancia que cambia su vida al asumir la identidad de un compañero muerto en la guerra contra Corea.

Decidido a borrar el  pasado que destruiría el personaje que ha creado para poder convertirse en director creativo de la agencia de publicidad más importante de Nueva York, Donald Drapper paga una cuantiosa dolariza a su medio hermano para que desaparezca de su vida. Su oficio es el arte de engañar, es así como pudo conquistar a la hermosa rubia ex-modelo  que le da el glamour para codearse con los grandes empresarios, que contratan personalmente sus campañas publicitarias.

Los guionistas de Mad Men dan así una primera referencia para capturar al público, Hechizada. Aqui también era un  más o menos apuesto publicista el que tenía que cubrir las apariencias de una esposa anormal. En Mad Men es Don Drapper el que sería anormal en un mundo de ejecutivos egresados de las universidades más costosas de Estados Unidos o de herederos de empresas fundadas por sus padres, o dadas como dote por esposas de familias adineradas.

Para quienes nos dedicamos a la comunicación no deja de ser fascinante el reconocer productos como el carrousel de Kodak, los cigarros Lucky Strike, la aerolínea Mohauk, la pomada antiacné Clearasil, Nixon o Kennedy, que aunque estos últimos son los apellidos de dos políticos de los Estados Unidos, aquí son tratados como marcas a promover.

Sin llegar a la emotividad de series como Cuéntame como Pasó, Los Años Maravillosos y México en su Memoria,  Mad Men comparte con estas la pasión por recuperar atmósferas y comportamientos de la época.

Los productores de esta, que es una de las series más galardonadas con Emmis en la segunda década del Siglo XXI, presentan por ejemplo una buena parte de la película en la que Jackeline Kennedy muestra a la televisión la Casa Blanca y explica que partes se han respetado como museo y cuáles son las nuevas en la residencia oficial del entonces presidente católico de los Estados Unidos.

El drama de Mad Men adquiere una nueva dimensión al final de la tercera temporada, cuando la empresa es vendida para formar parte de otras gigantes del mercado, cuyos nombres son fácilmente reconocibles porque son empresas reales. Entonces los ejecutivos, que ya no quieren ser empleados, se organizan para formar su propia empresa, con el capital más importante que tienen: su talento y su cartera de clientes.

Y viene aquí una nueva forma del drama, porque ¿cómo no enamorarse de personas que además de ser los más bellos espécimenes del sexo opuesto comparten metas y sueños profesionales? ¿Cómo evitar relacionarse sentimentalmente entre personas que trabajan por lo mismo si afuera son considerados únicamente como proovedores obligados de status para sus cónyuges? 

La publicidad en Mad Men, hace la misma función de las lápidas, labradas y blanquísimas haciendo una barrera que impida el olor a putrefacción y la vista de los gusanos alimentándose de lo que queda de vida en cuerpos en descomposición, una visión que comparte el movimiento del 99 por ciento que por estos días (octubre de 2011) ocupa las calles de Wall Street.

...pero un momento, la publicidad también tiene otra función. La percepción es más importante que la realidad, incluso la percepción es la verdadera realidad, es como las enfermedades sicosomáticas: que sean mentales, no evita que deterioren el resto del cuerpo físico.

Para lograr el progreso, lo primero es imaginarlo y los locos furiosos y dañados, que es como los definiría la traducción literal de Mad Men, están ahi llamando la Atención, Identificando las nececidades, provocando el Deseo y llamando a la Acción para que interactúen el cliente y la marca.

Afortunadamente las iniciales de estas palabras: AIDA, son iguales en inglés y en español.

AIDA es el método de los directores creativos, tanto como el concepto que siguen los argumentistas de Mad Men una serie que por eso sería imposible de programar para el publico de retrasados mentales que han creado los programadores del duopolio comercial en México; pero que afortunadamente puede ser vista en Canal 11 o a través de la nueva televisión que transmite en vivo por internet y a través de la banda wii



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